Hacía tiempo que un libro no me dejaba tan dividido como El ala izquierda de Mircea Cărtărescu. Es una novela maravillosamente escrita y se trata de un auténtico ejercicio de virtuosismo literario que logra describir, a la perfección, lo más abstracto e inasible de la existencia. No hay párrafo que no contenga una idea de hondo calado detrás y que, a pesar de tal densidad metafísica, resulte tan fluida de leer; gracias también al increíble talento de Marian Ochoa para traducirlo. Sin embargo, no he entendido absolutamente nada. Con total honestidad, no sabría decir de qué trata esta primera novela de la trilogía Cegador.
A ratos me parece que está describiendo la infancia del propio autor y sus graves enfermedades, radiografiando a su madre, retratando el régimen comunista o narrando las actividades de una especie de secta de iluminados. Pero de repente empieza a hablar de cuentos mitológicos, religión, también aparece un circo, que quizás tiene relación con esos iluminados o el gobierno comunista, y se va descomponiendo la realidad, desde la materia y el organismo humano al pensamiento, hasta el nivel subatómico. Y todo con muchas mariposas, o ideas de mariposas, que aparecen de vez en cuando. Porque la idea de la trilogía es que tiene forma de mariposa y cabe suponer que eso tendrá una especie de simbolismo en esa maraña de ideas donde la narración salta, repentinamente, de un lado a otro como si no hubiese un filtro, una transición o una explicación coherente a nada de lo que está sucediendo; como si todo el relato se tratase del flujo de conciencia de un enfermo mental.
¿Por qué he leído entonces 422 páginas de un libro que no estaba comprendiendo desde el principio? Porque, como decía al comienzo, está muy bien escrito y pensaba que llegaría el momento en que entendería algo. Sin embargo, las páginas iban pasando y con ellas los capítulos hasta llegar a un punto, me es imposible recordar cuál, donde me di cuenta de que aquello no iba a suceder. Asumí que tenía dos opciones, o dejarlo o continuar leyendo aceptando que, probablemente, el interés de El ala izquierda fuera quedarse con las potentes imágenes fugaces que deja esa prosa hipnótica. Porque, seguramente, esa sea la gran fuerza que posee la literatura de Mircea Cărtărescu. Que quizás hace las novelas como monumentales poemas donde no importa tanto lo que se dice sino lo que te sugiere.
Sea como sea, no pude evitar sentirme desconcertado. Tanto que terminé de leer la novela sin estar seguro de si debía realizar una reseña. Al fin y al cabo, ¿de qué iba a hablar? Hasta llegué a pensar en guardarlo como un secreto inconfeso. Como si fuese una vergüenza para mí haber leído a un autor de culto y de moda del que no sabía qué decir. Pero luego pensé que hablar de literatura, al igual que escribir, debería ser un ejercicio de honestidad; con todo lo que eso implique. Así que, antes de aventurarme a escribir nada, me salté mis propios códigos éticos para saber qué decían otros críticos literarios sobre esta novela. No para copiar opinión alguna sino para ver si otros habían visto, o apreciado, algo importante que hubiera pasado desapercibido para mí. Y me ha sorprendido encontrar que casi todas las reseñas que he leído se limitan a repetir lo mismo que dice la promoción editorial de la novela, que esta trilogía “en forma de mariposa” está considerada la obra cumbre del que podría ser el primer escritor rumano en optar al Nobel y que entremezcla una Bucarest imaginada con la figura de la madre, la locura y el comunismo donde cabe destacar el magnífico trabajo de traducción. Lo cual me hace pensar que otros, si lo han leído, tampoco han debido enterarse bien de qué trata y no quieren admitirlo. Algo que no sé si me produce un triste consuelo o me resulta tristemente desolador.
Solo sé que, en otro momento vital, habría desaconsejado la lectura de esta novela pero, en este punto, animo a cualquier amante de la literatura a que lo haga porque me gustaría que alguien me lo explicara.
La verdad, es que tras leer esta reseña, me has creado una intriga considerable. Me ha encantado la honestidad tan cómica con la que te has expresado.
¡Muchas gracias!