Se sabe que el humor es algo totalmente subjetivo. Y Miguel Noguera es uno de los humoristas más subjetivos que hay en el panorama actual.
Su espectáculo Ultrashow, con el que lleva recorriendo algunos de los teatros más importantes de toda España desde hace unos cuantos años, es una original y atrevida propuesta basada en una concatenación de chistes y comentarios de sus propios dibujos donde divaga sin una coherencia aparente. Un show que, aunque puedan parecerse entre sí, nunca es igual a otro. Por esta y otras razones Miguel Noguera es un autor radical. No tanto por el contenido de su trabajo sino porque su humor no admite medias tintas: o desata grandes carcajadas o no hace ninguna gracia.
Como puede intuir el lector, pertenezco al primer grupo. Admito que el creador del Ultrashow me hace gracia. Muchísima. Y las viñetas que están incluidas en Clon de Kant forman parte del material que Miguel Noguera ha creado durante los últimos años para comentarlas de manera sardónica en su espectáculo.
Son dibujos donde se mofa absolutamente de todo, desde la cultura popular hasta los gestos más cotidianos de nuestra vida. Sirva como ejemplo esa viñeta de la escena en la proa de Titanic donde Leonardo DiCaprio se equivoca con Dirty Dancing y eleva peligrosamente en el aire a Kate Winslet. O como el peatón apoyado en una señal de tráfico sin motivo aparente que se ha terminado convirtiendo en otro poste.
Un humor que juega constantemente con lo inesperado para sacar el lado más irrisorio de una situación o descubrir el uso más inútil que pueda tener un objeto. Por eso, las páginas de Clon de Kant están repletas de luchadores que combaten agarrando las espadas por el filo o delincuentes que portan armas que disparan por la culata. O el hombre que se desuella vivo con un enorme leño, por poner otro ejemplo.
Y todas estas imágenes las explica con el ánimo pretendidamente filosófico al que alude el título. A justificar, con argumentos enrevesados y términos complejos, auténticas nimiedades. Otro motivo más para reírse de un mundo absurdo y delirante que acaba con un apéndice que explica con fotografías la fuente original de inspiración de algunas viñetas. Un anexo que las hace todavía más cómicas.
En definitiva, Clon de Kant me parece una auténtica delicia del sinsentido. Para quienes nos encanta Miguel Noguera, claro está.